domingo, 26 de junio de 2011

Tenemos Vega para rato



El diestro malagüeño ha demostrado ambición, madurez y gusto en la tarde que regresaba a Algeciras tras cuatro años de ausencia

Ficha del festejo
Toros de Algarra, bien presentados y de juego desigual. En líneas generales faltos de casta. Destacaron segundo y quinto.
Manuel Jesús “El Cid”. Oreja y palmas.
Salvador Vega. Oreja y dos orejas.
Cayetano. Palmas y silencio.

Algo menos de un cuarto de entrada en tarde veraniega.

Quienes creían que Salvador Vega lo había hecho todo en el toreo estaban equivocados. Esta tarde el malagueño ha demostrado que se encuentra en un excelente momento profesional, a pesar de la escasez de contratos, dejando patente en su regreso a Las Palomas tras cuatro años, ambición, madurez y gusto a la hora de hacer las cosas delante del toro. Es cierto que se ha llevado el mejor lote pero no es menos cierto que ha cuajado sendas actuaciones en las que ha rayado a gran altura aprovechando al máximo las cualidades de sus astados.
El primero suyo, segundo de la tarde, además de buenas hechuras tuvo calidad en sus embestidas pero la casta justa, tónica general del encierro de Algarra. Salvador supo medirlo en el caballo, sobresaliendo con el capote en un quite por chicuelinas cadenciosas y cargadas de personalidad. Ya con la muleta se lo llevó a los medios e instrumentó un toreo profundo y con remates personalísimos que pusieron broche de oro a cada tanda. Lástima que el toro tenía un punto de sosería que impidió la transmisión necesaria a los tendidos para un triunfo grande. Mató de estocada en buen sitio y logró un justo trofeo. Pero estaba claro que Salvador no se conformaba y en el quinto, un burraco de bonita lámina, salió a por todas instrumentando una larga cambiada de rodillas, y lanceando al toro hasta los medios donde remató con una media también con ambas rodillas en tierra. El toreo de capa fue el vaticinio de lo que posteriormente llegaría con la franela. En una faena iniciada en los medios con un pase de las flores, Vega estuvo igual de inteligente que en su primero. Dándole tiempo al animal, exigiéndole cada vez un poco más conforme avanzaba la obra. Trazó largos naturales y derechazos en una labor maciza, ante la que el público se entregó. Sólo faltaba la rúbrica de la espada y Vega no dejó escapar las orejas ejecutando un contundente volapié en terrenos próximos a los medios que hizo rodar al animal.

“El Cid” también dejó patente que está saliendo de la “convalecencia artística” que viene padeciendo en las últimas temporadas. Tan sólo tuvo un toro potable, el que abría plaza. Un colorado ojo de perdíz, huidizo de principio a fin pero que tuvo nobleza y movilidad, frente al cual el diestro de Salteras dejó patente sobre el albero su profundo conocimiento de la profesión aprovechando cada una de las arrancadas que el manso le brindó. Mató de estocada y fue premiado con una oreja. En el cuarto poco pudo hacer, ya que fue un toro sin opciones que tuvo cierto peligro sordo y, por tanto, todo esfuerzo delante de él no iba a ser valorado por el respetable.

Hoy no ha sido la tarde de Cayetano Rivera Ordóñez del que poco se puede decir, salvo que se chocó contra un muro que fue el tercero, un auténtico “buey de carreta”, y un toro sexto, menos oscuro en su comportamiento que el anterior pero frente al que el madrileño estuvo gris, sin confiarse en ningún momento.

Como nota preocupante hay que hacer mención al poco público presente en los tendidos. No creo que le queden ganas a la empresa de apostar más por el Domingo Rociero como fecha taurina porque, por segundo año consecutivo, los algecireños han demostrado nuevamente que prefieren quedarse en la caseta antes que subir a Las Palomas.

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