Ficha del festejo
Toros de Núñez del Cuvillo, bien presentados que dieron un juego extraordinario menos los dos últimos. Destacaron 1º, 2º, 3º y 4º.
Julián López “El Juli”. Oreja y oreja.
Sebastián Castella. Dos orejas y ovación.
Miguel Ángel Perera. Dos orejas y rabo simbólicas y ovación.
Más de media entrada en tarde veraniega.
Han tenido que pasar justo dos décadas para que la plaza de Las Palomas vuelva a vivir el indulto de un toro desde que Emilio Muñoz le perdonara la vida a “Comedia”, de la ganadería de Cebada Gago, en aquella feria de 1990. Esta tarde un torero extremeño, Miguel Ángel Perera, y “Lanudo” del hierro de Núñez del Cuvillo han escrito una nueva página de oro en la historia taurina de esta ciudad.
Ya me lo vaticinó el ganadero, Álvaro Núñez Benjumea, cuando le pregunté por qué toros apostaba. Uno de los mencionados fue “Lanudo”, lidiado en tercer lugar, negro mulato de pelo, marcado con el número 74, y de 496 kilogramos. Qué suerte tuvo Perera y qué afortunado fue también “Lanudo” por encontrarse a un torero que supiera estar a la altura de su bravura. Los dos únicos inconvenientes que se le pueden poner al indulto son que prácticamente no se vio en el caballo -en un simulacro de tercio de varas- y que al final de faena escarbó varias veces. Salvedades superadas con creces por las innumerables embestidas del Cuvillo siempre humillando, galopando como los bravos, rebosándose de la muleta en cada pase. Miguel Ángel lo vio claro desde el principio. Con el capote ya se vaticinaba el comportamiento del animal que fue a más en todo momento y frente al que Perera cuajó simplemente una extraordinaria faena de principio a fin en los medios del ruedo. Temple, ligazón, profundidad y quietud fueron las claves de la gesta. Si el tercero era un animal inolvidable, el jabonero sexto fue para olvidar. Toro deslucido que nunca ofreció una embestida adecuada para crear arte. Pese a ello, Miguel Ángel Perera no se aburrió intentando una y otra vez un lucimiento imposible, algo que el público supo ver y agradecer.
“El Juli” ha vuelto a demostrar que atraviesa, yo me atrevería a decir, el mejor momento de su carrera profesional. El madrileño dejó patente su conocimiento de la lidia ante el que abría el festejo, astado con mucha calidad por ambos pitones que fue a más en la muleta y frente al que Julián cuajó una labor magistral. No hubo ni un sólo enganchón en su toreo que se fue haciendo más exigente conforme avanzó la faena. Un pinchazo le robó la segunda oreja. En cuarto lugar, saltó un colorado manso desde el inicio al que “El Juli” hilvanó una faena importante rubricada con la que posiblemente sea la estocada de la feria que hizo rodar sin puntilla al animal. Otra oreja de ley le garantizó la salida a hombros.
El francés Castella estuvo muy centrado toda la tarde. Primero ante un colorado bonito de hechuras, cuyo fondo de casta le hizo ir a más. Variado en quites emuló al maestro “Miguelín” lanceando por espaldinas. Con la muleta se encontró muy a gusto toreando en los medios por ambos pitones. Labor que caló hondo en los tendidos que pidieron las dos orejas tras un acertado volapié. Contradiciendo al refranero hoy el quinto ha sido junto al último el más malo de la corrida. El animal aunque noble pecó de poca humillación en sus embestidas y Castella hizo cuanto pudo, exprimiéndole al máximo sus pocas virtudes. Petición más sonora que con pañuelos. Ovación.
La afición algecireña se merecía una tarde de toros como esta que perdurará durante en el recuerdo, de las que hacen falta a la Fiesta ya que el perdón de la vida a un animal bravo es el culmen de todo aficionado, torero o ganadero que se precie. El toro “Lanudo”, al igual que lo hiciera su padre en Granada hace varios años de manos de Enrique Ponce, ganó la batalla a la muerte en la plaza. Confiemos en que esta vez no tengamos que esperar otros veinte años.
Toros de Núñez del Cuvillo, bien presentados que dieron un juego extraordinario menos los dos últimos. Destacaron 1º, 2º, 3º y 4º.
Julián López “El Juli”. Oreja y oreja.
Sebastián Castella. Dos orejas y ovación.
Miguel Ángel Perera. Dos orejas y rabo simbólicas y ovación.
Más de media entrada en tarde veraniega.
Han tenido que pasar justo dos décadas para que la plaza de Las Palomas vuelva a vivir el indulto de un toro desde que Emilio Muñoz le perdonara la vida a “Comedia”, de la ganadería de Cebada Gago, en aquella feria de 1990. Esta tarde un torero extremeño, Miguel Ángel Perera, y “Lanudo” del hierro de Núñez del Cuvillo han escrito una nueva página de oro en la historia taurina de esta ciudad.
Ya me lo vaticinó el ganadero, Álvaro Núñez Benjumea, cuando le pregunté por qué toros apostaba. Uno de los mencionados fue “Lanudo”, lidiado en tercer lugar, negro mulato de pelo, marcado con el número 74, y de 496 kilogramos. Qué suerte tuvo Perera y qué afortunado fue también “Lanudo” por encontrarse a un torero que supiera estar a la altura de su bravura. Los dos únicos inconvenientes que se le pueden poner al indulto son que prácticamente no se vio en el caballo -en un simulacro de tercio de varas- y que al final de faena escarbó varias veces. Salvedades superadas con creces por las innumerables embestidas del Cuvillo siempre humillando, galopando como los bravos, rebosándose de la muleta en cada pase. Miguel Ángel lo vio claro desde el principio. Con el capote ya se vaticinaba el comportamiento del animal que fue a más en todo momento y frente al que Perera cuajó simplemente una extraordinaria faena de principio a fin en los medios del ruedo. Temple, ligazón, profundidad y quietud fueron las claves de la gesta. Si el tercero era un animal inolvidable, el jabonero sexto fue para olvidar. Toro deslucido que nunca ofreció una embestida adecuada para crear arte. Pese a ello, Miguel Ángel Perera no se aburrió intentando una y otra vez un lucimiento imposible, algo que el público supo ver y agradecer.
“El Juli” ha vuelto a demostrar que atraviesa, yo me atrevería a decir, el mejor momento de su carrera profesional. El madrileño dejó patente su conocimiento de la lidia ante el que abría el festejo, astado con mucha calidad por ambos pitones que fue a más en la muleta y frente al que Julián cuajó una labor magistral. No hubo ni un sólo enganchón en su toreo que se fue haciendo más exigente conforme avanzó la faena. Un pinchazo le robó la segunda oreja. En cuarto lugar, saltó un colorado manso desde el inicio al que “El Juli” hilvanó una faena importante rubricada con la que posiblemente sea la estocada de la feria que hizo rodar sin puntilla al animal. Otra oreja de ley le garantizó la salida a hombros.
El francés Castella estuvo muy centrado toda la tarde. Primero ante un colorado bonito de hechuras, cuyo fondo de casta le hizo ir a más. Variado en quites emuló al maestro “Miguelín” lanceando por espaldinas. Con la muleta se encontró muy a gusto toreando en los medios por ambos pitones. Labor que caló hondo en los tendidos que pidieron las dos orejas tras un acertado volapié. Contradiciendo al refranero hoy el quinto ha sido junto al último el más malo de la corrida. El animal aunque noble pecó de poca humillación en sus embestidas y Castella hizo cuanto pudo, exprimiéndole al máximo sus pocas virtudes. Petición más sonora que con pañuelos. Ovación.
La afición algecireña se merecía una tarde de toros como esta que perdurará durante en el recuerdo, de las que hacen falta a la Fiesta ya que el perdón de la vida a un animal bravo es el culmen de todo aficionado, torero o ganadero que se precie. El toro “Lanudo”, al igual que lo hiciera su padre en Granada hace varios años de manos de Enrique Ponce, ganó la batalla a la muerte en la plaza. Confiemos en que esta vez no tengamos que esperar otros veinte años.
1 comentario:
Buenas tardes: Hemos hecho un enlace a este post aquí:
http://www.tauromaquias.com/2010/06/hoy-hay-toros-en-cutervo_26.html
Gratos saludos
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