lunes, 28 de junio de 2010

Los toros “artistas” de Juan Pedro deslucen el final de feria

Ficha del festejo
Toros de Juan Pedro Domecq, bien presentados y descastados. Sin opciones para el lucimiento.
Morante de la Puebla. Ovación en ambos.
José María Manzanares. Ovación en ambos.
Cayetano. Silencio y ovación con leves pitos.

Más de media entrada en tarde agradable.


Desgraciadamente hoy tenemos que referirnos al refrán aquél que dice “corrida de expectación, corrida de decepción” para definir el festejo que puso el punto y final a la feria de este año 2010. Si ayer hablábamos de una efeméride que pasará a la historia de Las Palomas, el espectáculo vivido hoy se puede definir como algo muy alejado de lo que debe ser una corrida de toros. El principal causante del estropicio: Juan Pedro Domecq, que autodefine a sus toros de “artistas” y que ha enviado unos animales absolutamente vacíos de bravura. Astados que parecían clonados en hechuras y comportamiento, descafeinados por completo. En definitiva, el mundo al revés. O, mejor dicho, lo antagónico a la Fiesta. Ovaciones a los picadores por no cumplir con su cometido, toreros ejerciendo de auténticos enfermeros y, mientras tanto, el ganadero escondido en su burladero del callejón y el santo público algecireño aguantando sin rechistar un espectáculo lamentable.
Lo único salvable en lo artístico fue el toreo a la verónica de José Antonio Morante de la Puebla en el primero y algún que otro muletazo de bella factura por el derecho al cuarto de la tarde. También es de justicia destacar la voluntad de Manzanares y la predisposición de Cayetano en su primer toro, al que recibió con una larga cambiada de rodillas, cosa poco habitual en él.
Está claro que con corridas así no hacen falta antitaurinos para acabar con la Fiesta. Si falta el toro esto pierde todo su sentido y el público se siente estafado con su consiguiente huída de los tendidos. Es hora de que todos los que verdaderamente amamos el toreo alcemos la voz para denostar este tipo de tomaduras de pelo al que paga. Y la culpa no es sólo de Juan Pedro. Hay muchos cómplices, empezando por los propios toreros, que deben darse cuenta que están haciendo un flaco favor a aquello que les da de comer, que están matando a la gallina de los huevos de oro.
En fin, triste final para una feria donde hemos vivido de todo. Desde la grandeza del indulto de un toro bravo hasta el lamentable fiasco de hoy que nos deja un sabor agridulce. Corridas como esta deben servir para que tomen nota los que deben, algo que dudo que sea así, porque seguro que Morante, Manzanares y Cayetano seguirán apuntándose a muchas de Juan Pedro.

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