miércoles, 22 de octubre de 2008

Trapío, conjunto de formas


Es un concepto que cobra protagonismo cada vez que salta un toro al ruedo aunque parece ser que muy pocos lo tienen claro. Unos lo valoran en función de los kilos que pesa el animal, otros sólo tienen en cuenta los pitones, y el resto de aficionados simplemente no lo saben definir. Son muchas las interpretaciones que se hacen del trapío e innumerables las veces que surge este término en tertulias y mentideros taurinos porque si hay algo claro en esto del toreo es que no es una ciencia exacta. Aquí nunca dos y dos son cuatro, siendo precisamente este factor lo que engrandece y hace única a la Fiesta.

A lo largo mis años de relación con el toreo –a pesar de mi juventud llevo viendo toros desde que tengo uso de razón- ustedes comprenderán que uno ha escuchado de todo de boca de aficionados, profesionales y medios de comunicación, y al final he sacado mis propias conclusiones al respecto.

Si me preguntaran ¿qué es el trapío?, yo les respondería que es un conjunto de formas que otorgan al animal seriedad y belleza. Obviamente, este concepto se valora en función de cada coso, un astado puede tener el trapío suficiente para estar en una plaza como la de Algeciras, de segunda categoría, y estar mal presentado en el caso de que se lidiara en la Maestranza de Sevilla. También es conveniente valorar cada toro en función a su encaste, ya que cada uno tiene unas características morfológicas determinadas. Seguramente, un toro de Miura que pese 500 kilos va a tener menos seriedad que uno de Núñez de 490 kilos porque, por lo general, la estructura ósea del primero es muy superior a la del segundo encaste nombrado, y el de Miura estará más escurrido de carnes.

En definitiva, para valorar el trapío de cada animal tenemos que realizar una visión global de su presencia, recorriendo desde sus pitones hasta la penca del rabo. Por cierto, aunque muchos lo desconocen, esta terminación es un requisito indispensable para que un toro tenga trapío.



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