jueves, 23 de octubre de 2008

Factorías de toreros

Durante una entrevista que le hice al prestigioso periodista taurino Manuel Molés, este asemejaba las escuelas de tauromaquia a las piscifactorías. Les invito a que reflexionemos sobre esta controvertida afirmación que hoy se convierte en el tema central de este blog. El papel que juegan las escuelas dentro del mundo del toro es un asunto que levanta muchas ampollas entre los aficionados y donde existen opiniones para todos los gustos.

¿Las escuelas anulan la personalidad de los chavales que quieren ser toreros? Es la pregunta de partida de este debate donde se cuestiona la verdadera utilidad de estas entidades. Salta a la vista que el toreo ha cambiado mucho desde que entraron en acción las escuelas y, como saben, todo cambio trae consigo unas consecuencias positivas y negativas. Cuando uno asiste a una novillada de las de hoy observa que los noveles tienen un oficio impropio de su bisoñez, andan por la plaza como auténticos matadores de toros y pocas veces les llega el agua al cuello frente al novillo. Pero existe un problema, la mayoría de ellos aburren. Se quedan en la mediocridad y en la superficialidad de lo “políticamente correcto” en sus actuaciones. Supone un duelo entre técnica y personalidad donde normalmente se impone la primera. Los viejos aficionados echan de menos aquellas novilladas en las que los jóvenes salían al ruedo como vulgarmente se dice “a cara de perro” y las volteretas estaban al orden del día. Tiempos pretéritos donde muchos se quedaron en el camino pero cuando rompía uno, lo hacía con todas las consecuencias, conservando lo más importante que exige esta profesión: la personalidad.

Está claro que los tiempos cambian y el toreo se ha venido adaptado a la denominada sociedad del bienestar de la que gozamos en la actualidad. Atrás quedaron aquellos maletillas que recorrían a pie el campo bravo buscando robar algún muletazo a una becerra. Ya van en una furgoneta de máximo lujo –comprada como es de rigor por la escuela de turno- y siendo ellos mismos los que realizan el tentadero. Yo soy joven y reconozco que esta excesiva facilidad para conseguir las cosas, de alguna u otra forma, se torna en nuestra contra. En fin, como se dice es lo que hay y nos tenemos que aguantar. Confiemos en que, aunque impere este sistema de producción en masa de toreros, continúen surgiendo esos matadores distintos que hacen de la tauromaquia una verdadera expresión artística.

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