lunes, 19 de enero de 2009

Por una tauromaquia adaptada a los nuevos tiempos

Abro el año 2009 en este blog con un artículo sobre los dos mundos que más me apasionan: los toros y la comunicación. Como ustedes saben, actualmente nos encontramos en la denominada Sociedad de la Información en la que los medios de comunicación se han convertido en el “cuarto poder” del Estado, por detrás del Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Esto no lo digo yo, sino que me ciño a lo dicho por teóricos de la comunicación de masas que estudié a lo largo de mi carrera universitaria.
Parece que la tauromaquia o mejor dicho sus actores principales –toreros, empresarios, ganaderos- siempre se han mostrado reacios a adaptarse a los nuevos tiempos. Han sido muchas las críticas que en los últimos años han llovido sobre el toreo, tachado de ámbito elitista y hermético. Aunque me duela decirlo tengo que darles la razón a quienes afirman esto, y que conste que soy contrario a hablar en términos generales ya que siempre hay excepciones que confirman la regla. Hablo con conocimiento de causa porque desde mis inicios, hace unos diez años, mi carrera periodística ha estado ligada al mundo del toro. He tenido la suerte de entrevistar a personalidades de enorme prestigio y de publicar trabajos en prensa, radio y televisión, pero reconozco que me echo a temblar cada vez que tengo que producir una entrevista o un reportaje taurino.
En muchas ocasiones nos quejamos de cómo nos va. Es fácil echarle las culpas a los antitaurinos de los males de la Fiesta, pero gran parte de estos son provocados por nosotros mismos. No va con mi estilo dar nombres de toreros, ganaderos o empresarios que, a pesar de su buen hacer en sus respectivas facetas, con su actitud frenan que se difunda la buena imagen del toreo y todos los valores positivos que encierra. Desafortunadamente, me he encontrado con numerosas situaciones de desencanto profesional donde me han dado “con la puerta en la cara” cuando he intentado hacer algún trabajo periodístico. Tampoco me parece ni ético ni justo dar un concepto equivocado metiendo a todos en el mismo saco. Aunque parezca contradictorio casi siempre los más grandes son después los más humildes y los que mejor me han atendido en su trato personal. Tengo recuerdos de enorme gratitud hacia maestros como Curro Romero, Enrique Ponce, José Antonio Campuzano o Luis Francisco Esplá, ganaderos de la talla de Juan Pedro Domecq o los hermanos Eduardo y Antonio Miura o empresarios de la categoría de Pablo Lozano. Nombres destacados de la tauromaquia actual que me demostraron que ante todo son personas, en el más amplio sentido del término.
Volviendo al tema de la comunicación, hemos evolucionado bastante en los últimos años pero aún nos queda mucho camino por recorrer. Está claro que hoy día lo que no se comunica no existe y, por ello, es vital que los profesionales de la información taurina sepamos hacerlo correctamente y que los protagonistas se presten a ello. De una vez por todas, los que formamos parte de la Fiesta taurina debemos remar en un mismo sentido, siguiendo el equilibrio entre conservar todos los valores tradicionales del toreo, a la vez adaptándonos a las exigencias de la sociedad actual y apartándonos de lo rancio. Debemos luchar por que en los medios de comunicación se refleje una imagen de tauromaquia tradicional pero integrada socialmente y atractiva para los ojos de neófitos y de las nuevas generaciones. Sin lugar a dudas, el futuro del toreo está en saber transmitir la enorme riqueza que posee.

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